Cuando este año me dio por leer todo lo que no había leído en la vida, me topé con que me estaba llenando de libros que, ciertamente, no sabía si iba a volver a leer. Mi amigo, Emiliano Tehuancay, me dijo “Yo por eso ya no compro, mejor voy a la Vasconcelos y ahí encuentro todo.”
Tenía toda la razón, la Biblioteca Vasconcelos tiene el catálogo más amplio de literatura contemporánea de México, p. ej. si estás obsesionado con los japoneses, llámese Oe, Murakami, Tanizaki, Mishima, Abe, aquí puedes encontrar gran parte de sus títulos, hasta ediciones que no han sido publicadas en México. La Biblioteca cuenta con varios ejemplares de cada obra.
Los préstamos son muy sencillo: solo te piden tu IFE, un comprobante de domicilio, con una llamada telefónica confirmar que vives ahí y tienes tu credencial. Los libros puedes tenerlos hasta 3 semanas.
Más allá del catálogo, que puedes buscar por internet, está la arquitectura del lugar y la comodidad que ofrece para trabajar o leer. Alberto Kalach, uno de los arquitectos del Museo de Historia Natural, imaginó una versión de Jonás y la ballena, así que entrar a la Biblioteca es estar adentro de algo muy grande, ver estantes con libros volando, salas que te invitan a sentarte, jardines en los que quieres perderte, vistas panorámicas de la Ciudad de las que no quieres salir.
El spot que elijas siempre tendrás suficiente luz para leer, una conexión cerca para conectar tu lap y un asiento reconfortante. Casi no hay intermediarios para buscar, sacar y entregar tus libros, todo es una relación directa entre la biblioteca y tú.
Aquí hay pocas reglas, más que las de sentido común, el suficiente espacio entre personas para no sentirse incómodo y la libertad de estar el tiempo que necesites.